Todavía los recuerdo en su primer día de clase.

Unos se acercaban al coaching desde la curiosidad. No sólo querían saber que hay detrás de esta palabra tan extraña. También querían hacer un trabajo interior con el que poner un poco de orden en su vida.

Otros lo veían como una herramienta de trabajo. Sabían que el coaching permite sacar a las personas lo mejor de sí mismas y querían conocer esas herramientas para incorporarlas en su trabajo de dirigir personas.

Finalmente, algunos venían desde el firme propósito de convertirse en coaches. Estaban buscando un cambio profesional y veían en el coaching una oportunidad para reinventarse e iniciar un nuevo recorrido laboral.

Conforme sucedieron las sesiones no sólo aprendieron a hacer coaching. También iniciaron un viaje de transformación y cambio personal. Aprendieron a conocer sus emociones para gestionarlas y para acompañar a los demás a hacerlo. Identificaron su conversación interior y trabajaron para convertirla en una fuente de motivación y energía. Conectaron con sus bloqueos, con sus estrategias personales y con sus patrones de autosabotaje. Tomaron consciencia sobre cómo el miedo, la postergación o la falta de confianza estaban afectando a sus decisiones personales y profesionales.

Es fácil percibir como han cambiado, no hay más que ver su mirada. Ahora son personas diferentes. Son seres humanos que ven la vida como un viaje en el que es posible aprender todos los días. Viven con el firme propósito de ser mejores personas y de acompañar a los demás en la tarea de serlo.

Toda una aventura

José Luis Pérez Huertas
Prof. de la Certificación Excellent en Coaching