Escucha, serás sabio; el comienzo de la sabiduría es el silencio.Pitágoras
El silencio, ese “espacio” que se abre entre sonido y sonido, ese fecundo terreno dispuesto a ofrecer nuevos y sabrosos frutos a poco que se le dedique algo de cuidado y atención.
En el acompañamiento al cambio, de personas, equipos y organizaciones, el silencio se revela como un aliado con el que mantener extraordinarias relaciones. Detener el tiempo entre preguntas y respuestas, abrir tiempos de silencio como invitación a dar un paso más hacia lo nuevo por descubrir, como expresión de “estoy seguro de que conoces más sobre esto”,…, el silencio como guía hacia territorios menos frecuentados de uno mismo.
En la espesura de los pensamientos repetitivos, facilitar esos espacios de silencio, de pausa, permite la apertura de claros en los que mirar el bosque de una manera distinta. En los claros de silencio es más sencillo encontrar vías inexploradas, caminos por abrir, nuevas fuentes de energía más en conexión con la genuina naturaleza del ser de cada persona.
Cuando la siguiente pregunta parece resistirse, tal vez no sea resistencia, tal vez sea la ocasión para abrir uno de esos claros en medio de la maraña de lo conocido. Cuando se está presente, con la atención en la otra persona o en uno mismo, puede que el silencio sea la mejor manera de acompañar el momento y, quién sabe si la mejor manera de resolver las dudas que asalten al coach, la mejor manera de recuperar la presencia.
Einstein escribía algo así como “los problemas no se pueden solucionar en el mismo nivel de pensamiento en el que fueron creados”. El silencio puede ser la llave de entrada a alguno de esos otros niveles de pensamiento o de conciencia que hace mucho más sencillo encontrar respuestas novedosas, avances sorprendentes.
Escucha y silencio como combinación para conectar más ágilmente con las fuentes de sabiduría que ya están en las personas. Silencio y escucha como unión de conveniencia hacia los cambios deseados. Puede que escuchar el silencio sea un oxímoron y también puede que sea una magnífica manera de hallar nuevos sonidos más afinados y armónicos con la partitura de cada persona. Puede que el silencio de la escucha configure una manera magistral de crear nuevas melodías.
¡Silencio! ¡Se rueda… la vida!!!
Comparto contigo Diego que es uno de los fundamentos de la actitud y de la actuación que ha de tener el coach. Para trabajar esta maravillosa técnica creo que es necesario salirse el ego autorreferencial y poner todos los sentidos en la otra persona. A esto puede ayudar la práctica de la meditación frecuente.
Considero que ese acompañamiento desde el silencio, invita a la apertura y crea espacios de conexión que facilitan la comunicación de las cuestiones que más cuesta sacar al coachée.
Enhorabuena porque esa técnica la tienes muy desarrollada y la practicas de forma natural.