El Coaching es una disciplina con un recorrido relativamente corto en el tiempo y carece de regulación oficial.

Entonces, ¿quién vela y cuida de que las personas que nos dedicamos al Coaching mantengamos unos estándares de rigor y seriedad? ¿Cómo poder distinguir quiénes hacen Coaching y quiénes hacen otras cosas que también llaman coaching? ¿Cómo eliminar la paja del grano entre tanta maraña de información? Las asociaciones de Coaching aparecen en distintos lugares y momentos a medida que quienes se dedican a esta profesión detectan la necesidad de establecer esos marcos regulatorios que favorezcan el mantenimiento de los fundamentos y las esencias de la disciplina. También se establecen las bases sobre las que seguir construyendo el hacer de la propia disciplina.

¿Y qué diferencia a unas de otras?¿Para que tantas siglas en el Coaching? Su vocación más nacional o más internacional, su recorrido como asociación, la mayor o menor rigurosidad en su trabajo de supervisión, la labor de difusión y desarrollo de la propia disciplina, etc.

En ese contexto, se puede decir que la asociación más conocida y reconocida a nivel internacional es ICF (International Coach Federation), asociación con origen en Estados Unidos y que lleva casi 20 años desarrollando su labor. Durante ese tiempo ha conseguido ser la asociación de Coaching más valorada, singularmente en el mundo de las empresas y organizaciones y también entre los propios profesionales del Coaching.

Entre las nacionales son varias las que inician su andadura más recientemente. De las primeras en iniciar el camino fue Asesco (Asociación Española de Coaching) y, sin lugar a dudas, es la asociación española de Coaching de mayor implantación.

¿Quiere decir esto que solo hacen Coaching de calidad quienes forman parte de esas asociaciones? No, desde luego no. Ahora bien, el que ICF o Asesco acredite a Coaches o a programas formativos de Coaching significa que unos y otros cumplen con los estándares exigidos de coherencia y cumplimiento con aspectos fundamentales del ejercicio de la profesión.

¿Por qué cobra importancia la labor de estas asociaciones? Porque el Coaching como disciplina, como escribíamos al inicio, carece de regulación oficial y, ante la gran cantidad de información y de organizaciones y personas que decimos dedicarnos a esta apasionante profesión, en ocasiones se hace muy difícil distinguir cuál es valiosa y cuál no. Para muchas personas menos conocedoras del mundo del Coaching a veces se hace muy difícil distinguir y elegir qué servicios contratar, a quién dirigirse, qué elementos valorar para optar por un programa formativo o por otro, por un profesional o por otro. En este marco, el papel de las asociaciones puede ser diferenciador y, para ello, es necesario que su trabajo continúe manteniendo una alta exigencia y rigurosidad.

Las asociaciones las conforman Coaches y es responsabilidad de quienes ejercemos esta profesión velar por mantener el prestigio y solvencia tanto de las propias asociaciones de las que formamos parte como de la propia profesión.