La frustración es una emoción que aparece cuando algo o alguien deshace nuestras expectativas. Es común ver que en muchas ocasiones, podemos idealizar procesos, trabajos, equipos, lugares y personas; y cuando nos adentramos en el conocimiento profundo de cualquiera de esos elementos, y nos damos cuenta de que las cosas no eran necesariamente como imaginábamos en un principio; sentimos que la frustración se apodera de nosotros y podemos llegar a pensar que hubiera sido mejor no avanzar en esas situaciones.
Sin embargo, la frustración es una emoción que viene directamente determinada por la manera como nosotros observamos las cosas. Y no por factores externos que hacen que esas cosas ocurran. Son entonces, las creencias individuales, las que determinan la decepción causada por un evento o una reacción que no ocurrió de la manera que esperábamos.
A continuación, te dejamos algunas preguntas que puedes hacerte para identificar escenarios posibles que te permitan manejar o mitigar la frustración:
1. ¿De qué manera causé yo la situación que me está afectando?
2. ¿Es verdad (o es la única verdad) lo que pienso al respecto de lo que ocurrió?
3. ¿Si me pongo en los zapatos de otras personas que hacen parte de la situación, podrán ellos experimentar lo mismo que yo siento, pero viéndome a mí como el causante de esto?
4. ¿Los hechos que repito en mi mente, son realmente verificables?
5. ¿Es posible contar otra versión de la historia que me frustra, dónde yo sea el protagonista y no la víctima de la situación?