Una de las cuestiones más recurrentes en cualquier ámbito suele ser la de encontrar “fórmulas mágicas” que permitan automotivarnos o bien motivar a otras personas o equipos. En este sentido, es importante destacar que todas las situaciones son diferentes, todas las personas somos diferentes, y por tanto todas las soluciones por parecidas que puedan ser, serán diferentes.

¿Cuál es el método más adecuado?

No es fácil por tanto establecer una guía única, veraz y universal para tal propósito, si bien, puedan servir algunas ideas que ayuden a motivar a otra persona (o equipo), siendo la persona que llevará a cabo tal acción la que tendrá que valorar su idoneidad o no, …, y aún así… lógicamente no se podrá garantizar el resultado.

Motivar a una persona puede resultar fácil si somos nosotros quien le damos “motivos para que se motive”, es decir, si le facilitamos una motivación extrínseca. La cuestión es cómo poder acompañar a dicha persona (o equipo) a que encuentre una motivación intrínseca, suya y propia.

De forma esquemática, tres escenarios y tres posibilidades de acción desde el #coachingenestadopuro :

Motivar a través del reto y el desafío

Si hay poco tiempo, y ha de encontrar un factor motivador inmediato y potente, es aconsejable utilizar el reto para ello, a través de preguntas que faciliten que la otra persona se sienta retada, desafiada, y encienda sus disparadores y palancas emocionales y motivacionales. Son intervenciones que van a un plano más “superficial y racional”, que suelen tener un efecto más inmediato como hemos dicho, si bien su permanencia en el tiempo será inferior.

Preguntas como:

  • ¿Hasta cuándo continuar así?
  • ¿Qué precio estás pagando por seguir así?
  • ¿Qué más necesita una persona (o equipo) como tú para actuar?
  • ¿Qué más tiene que ocurrir para que cambies?
  • ¿Cuánto de normal hay en lo que estás haciendo?
  • ¿Qué estás dejando de ganar?
  • ¿Qué estás perdiendo y que no recuperarás?

Motivar a través de la conexión con los valores

Si se dispone de un poco más de tiempo, y sobre todo si la persona que ha de ser motivada se percibe que está ligeramente abierta a mantener una breve conversación de exploración interior, es recomendable facilitarte que conecte con unos disparadores más profundos, dentro de los niveles neurológicos, como son sus valores. Los valores, esos cimientos que son fundamentales en la vida de cualquier persona, esconcen una grandísima dosis de “píldoras motivadoras”, si bien, son los valores más profundos y encubiertos, lo que contienen tan preciado tesoro.

Es por ello, que, motivar en este contexto pasaría por acompañar a la otra persona (o equipo) a que explore cuál o cuáles son los verdaderos valores que están detrás de aquello que quiere conseguir o para lo que quiere estar motivado. Y eso lo podemos conseguir haciendo consecutivamente cualquiera de las dos preguntas siguientes a las respuestas que la otra persona vaya “dándose”, cuidando la comunicación no verbal, para crear una atmósfera proactiva a su propia exploración y evitando que por la repetición de las mismas preguntas pueda creerse estar en un mismo punto de partida y de llegada. Así pues, recomendaríamos hacer 5 o 6 veces (independientemente de las respuestas) una de las siguientes dos preguntas (se pueden alternar):

  • ¿Para qué quieres conseguir esto?
  • ¿Qué te va a aportar?
  • Incluso también suele ser muy beneficioso un ¿y qué más?

Este tipo de exploración facilita que la persona se conozca aún más, que profundice en su propio autoconocimiento y de una manera más profunda que la opción primera planteada. Esto le facilitará un aprendizaje (motivación intrínseca) que perdurará más en el tiempo si bien, requerirá de un mayor tiempo de intervención o acompañamiento.

Apelar a la identidad y el legado

Ante contextos en los que se cuente con más tiempo y con una percepción acerca de la persona que quiere ser motivada, que indique que está o puede estar preparada para una exploración más personal y profunda, el trabajo va a versar sobre un acompañamiento a niveles como son la identidad y el legado, pertenecientes ambos a los niveles neurológicos del ser humano.

Aplicar esta opción, sería acorde siempre y cuando previamente se haya pasado por la opción descrita en segundo lugar en este post, puesto que es un recorrido que hay que hacer de menos a más, y con un ritmo más lento en la conversación.

Preguntas para conectar con las sensaciones

Preguntas como las siguientes, y con una comunicación verbal y no verbal pausada, cercana, respirada, facilitarán que la persona conecte con sensaciones y tomas de conciencia que llevarán implícitas palancas de automotivación. Preguntas como:

  • ¿Quién eres tú si sigues igual?
  • ¿Quién serías tú si cambias?
  • ¿Quién quieres ser realmente?
  • ¿Quién te mereces ser?
  • ¿Qué se merece tu historia que hagas?
  • ¿Qué impronta te gustaría dejar con esta decisión?
  • ¿A quién le regalarías ese aprendizaje?
  • ¿Qué legado vas a dejar?
  • ¿A quién se lo dedicarías?
  • ¿Qué huella vas a dejar si lo haces?

Y una última cuestión, como le escuché una vez a una persona (que no recuerdo ahora y si me lee la invitaría a decirlo en los comentarios), … “si quieres motivar a una persona y no lo estás consiguiendo, lo primero que has de hacer, es dejar de hacer lo que estás haciendo”.

Y ahora te pregunto, ¿con cuál te quedas?