Tu pulso se acelera, las pupilas se dilatan, tu estómago se llena de mariposas, te invade un sentimiento de plenitud, se eriza la piel y te sientes la persona más dichosa del mundo. Son sensaciones y reacciones que la mayoría de personas nombran cuando hablan de ese primer momento en que su corazón, de forma inesperada y por sorpresa, se enamora de lo que hay ante sus ojos. Precisamente todo ello fue lo que me ocurrió cuando, allá por un mes de junio del año 2013, me topé de frente con mi gran amor.

Desde el momento en el que lo conocí no pasó ni un día sin que lo tuviese en mi cabeza, a veces hablaba de él con mis amigos, imaginaba fantasías, la gente me descubría con la sonrisa y la mirada perdidas…Esa que aparece cuando se está enamorada. Deseaba con todas mis fuerzas reencontrarme de nuevo con él, pero no sabía qué camino era el mejor para llegar a su casa y sobre todo, de qué modo debía presentarme para que me abriera las puertas de su corazón porque las mías… Ya estaban abiertas definitivamente.

Durante mucho tiempo sopesé la idea de buscarlo o no. Temía encontrarlo y no ser  correspondida, en ese caso sufriría mucho pero francamente, mi intuición siempre me hizo sentir que había alguna conexión mágica entre los dos.

Pasaron los días y el mundo a mi alrededor no entendía la locura que, en mi interior, iba tomando forma y fuerza: La de marcharme a otra ciudad para buscarlo y, aún más difícil, encontrarlo y declararle mi amor.

Decidí finalmente emprender esa aventura para verlo de nuevo cara a cara, para mirarle a los ojos y decirle : Desde el primer día que te vi supe que estaríamos juntos el resto de nuestra vida, sé que solo así podré sentirme plena.

¡Mi camino hasta él estaba hecho de 125km de ganas, de ilusión, de incertidumbre, de deseo, de dudas, de energía, de alta vibración!

Y por fin, llegó el día, un grandioso e inolvidable 21 de noviembre de 2014. Allí estaba él, Humilde, Respetuoso, Agradecido, Optimista, Confiado, Confiable, Valiente, en Esencia. Volvíamos a encontrarnos, nos reconocimos, estuvimos más cerca de lo que nunca antes habíamos estado y nos hablamos sin palabras, la energía fluyó con tal conexión que no había duda de que estábamos hechos el uno para el otro. Desde entonces, toda mi vida cambió. Ahora ya solo puedo ver si es a través de sus ojos, me siento como la protagonista de una maravillosa película gracias a él, cada día recibo sus grandes enseñanzas, él cree en mi y me hace brillar.

 

Gracias por cruzarte en mi camino, gracias por hacer que este mundo sea mejor, gracias por todo lo que me has dado y lo que está por venir, gracias COACHING.

 Siempre estaremos juntos, Amagi.”

Antigua alumna del curso Internacional Experto en Coaching, nivel Excellent de Efic