Lo que ocurre en nuestras vidas a nivel físico: trabajo, economía, vida social, incluso nuestro peso; es un reflejo de lo que ocurre interiormente dentro de nosotros a nivel mental o emocional. Reflejamos fuera lo que ya está dentro. Hay una ley que dice que toda creación física es precedida por una creación mental. De ahí la importancia de nuestros pensamientos.
Se dice que somos lo que pensamos. Muchos de nosotros creemos que los pensamientos no pueden ser gestionados, que nuestra mente funciona en automático. Pero esto está muy lejos de la realidad. Nuestros pensamientos condicionan nuestras vidas. Según pensamos, así nos sentimos y por consiguiente así actuamos.
Como ya nos decía Einstein hace algunos años:
“Tonto es aquél que espera resultados distintos, haciendo a diario las mismas cosas”.
Si deseas que tu vida cambie, necesitas empezar por pensar de forma diferente.
Hay estudios que nos indican que nos volvemos adictos a nuestras propias emociones, y estas a su vez son fruto de nuestra forma de pensar.
Hay personas que tienden a estar deprimidas, a verlo todo negro, a no ver soluciones en ninguna parte; mientras que otras siempre están alegres y ven el vaso medio lleno.
La realidad en muchas ocasiones es igual para ambos tipos de personas, pero la forma en que la “vemos”, la interpretamos, produce una gran diferencia en nosotros y en nuestras vidas.
Veamos esto con un ejemplo, estamos viviendo momentos de cambio, de incertidumbre, de crisis; esta es la realidad. Ahora bien, la interpretación que hagamos de estos hechos es lo que va a cambiar la calidad de nuestras vidas.
Usted puede interpretar la crisis como algo malo. Como cambios que modifican nuestro quehacer diario o por el contrario como un reto, una manera de cambiar para poder avanzar.
Por tanto esta diferencia de interpretación es la que nos pone en una predisposición o en otra a la hora de actuar. En realidad la única crisis real es la tragedia de no querer luchar para superarla.
Montse Hidalgo
Prof. de la Certificación Excellent en Coaching