Transcripción de un testimonio de un cliente a una antigua alumna de Efic tras un proceso de coaching

Buenos días chiquilla:

Anoche tras terminar las últimas prácticas, y volver a tomar el control de mi tiempo otra vez :), me sentí inspirado y escribí esto.
Obviamente tú junto con otras muchas buenas personas habéis logrado hacerme avanzar, así que puedes sentirte muy orgullosa tanto personal como «coachmente» jaja

”Es noche profunda, el silencio y la oscuridad se hacen las protagonistas, tras las sombras chinescas sobre el techo de mi dormitorio que hacen la luz de la farola y la brisa, mientras juegan caprichosamente con las cortinas.

Justo ahora me he permitido hacer algo genial. y no es otra cosa que mirarme a mí mismo de frente con cariño. Y por fin de después de mucho tiempo mi YO y yo mismo nos hemos hecho amigos. Se han calmado las interminables batallas campales interiores llenas de recriminaciones por no ser perfecto: el que cae bien y es aceptado por todos, que nunca decepciona, el más educado y políticamente correcto, con un aspecto físico atlético envidiable, y no tiene derecho a equivocarse.

Durante mucho tiempo pensé que solo si era «ideal», podría encontrar mi lugar en el mundo. Un lugar especial y privilegiado, porque creía que si lograba la perfección, también lo sería ese lugar, así como la personas de las que me rodearía.

Y lo cierto es que no hice más que dar palos de ciego, andar en círculos y estrellarme una y otra vez con la realidad más plausible. La vida es todo lo que vale la pena, que es ni más ni menos que lo sencillo y auténtico, como el abrazo y las palabras de ánimo o consuelo de un@ amig@, las caricias de una madre, la silenciosa presencia de un padre, la ternura e inocencia de mis sobrinos, la mera existencia de tus hermanos, y hasta el recuerdo afortunado de amores imposibles.

Todo este camino basado en criterios equivocados, estuvo lleno de buenas y malas decisiones. Me hizo en muchos momentos vivir auténticas pesadillas internas provocadas por mi propia estupidez y orgullo. Tales como dejarme caer en la melancolía más inútil, pero también vivir experiencias increíbles, en carne propia o compartiendo cada segundo con personas especiales, que dejaron en mí semillas de esperanza y sabiduría.

Los últimos tres años han sido duros, han venido cargados de mucho significado: insatisfacciones, decepciones, renuncias, luchas sin frutos, empezar de cero una u otra vez… todo aquello fue haciendo mella en mí. Mi mirada se volvió apagada y huidiza, y me escondí en un inmenso bunker, y poco a poco me fui apartando de las muchas cosas bonitas ofrece la vida.

Aunque afortunadamente también mucha buena gente, que creía en mi potencial, y me han ido regalando muchos momentos únicos, (cumpleaños sorpresa, excursiones, cafés, tapeos y demás…), cuando no siempre era la compañía más divertida. No siempre les hice ver el valor de sus detalles para mí, ni lo importantes que fueron, pero gracias a ell@s todo fue un poquito más fácil.

En muchas ocasiones me he visto y sentido esclavo de la tristeza y la apatía, renunciando a luchar por nadie y aún menos por mí mismo. Me he dejado llevar como una barca a la deriva, pero el buen Dios, nunca dejo que ni las tormentas, ni la oscuridad me alejarán de la costa, de lo que era seguro y bueno para mí.

Por desgracia ya he despedido a demasiada gente, mis adorados abuelos, a mi hermano Gonzalo como mi alma gemela, a mi padre tan incomprendido como valioso. En fin que la Hermana muerte se ha convertido en una desafortunada compañera de viaje. Después de todo nada es eterno, nosotros no los somos, pero si lo que sembramos en los que nos rodean, y nos amaron estén en nuestro presente o no.

Acompañar a mi padre desde su enfermedad llevada con una dignidad indescriptible, hasta saberlo despedir hacia un lugar mejor. Sostener a mi madre, poseedora de una Fe inquebrantable en Dios y en sus hijos, levantando juntos un «nuevo hogar» para mis seres queridos después del temporal, han sacado lo mejor y lo peor de mí. Desde la abulia más absoluta con respecto a mí mismo, como a la férrea lucha diaria por mantener mi parte del tejado. Cada día moría y renacía como el Fénix, convirtiéndome en cenizas y lágrimas cada noche.

Y sin darme cuenta, he llegado a superarme y doblegar mi voluntad, a domesticar a la fiera, que se resistía a aceptar los cambios y las injusticias de la vida.

No soy mucho mejor que ayer, ni que hace tres o diez años, soy el mismo, pero con más conciencia de mi propio ser y de los demás. Algo si ha cambiado, he descubierto los valores más importantes, que hacen que aunque el mundo se hundiera bajo tus pies, todo seguiría igual:

1. La Salud física y mental, a veces una enfermedad del alma te mata más rápido los sueños que un cáncer. Tú puedes ser el mejor de tus amigos, o tu enemigo más cruel.

2. La Familia de la sangre y del Corazón, tengo claro que no sería quien soy sino fuera por mi gente y mis amig@s. A muchos habré decepcionado, a otros los he perdido por el camino, pero por suerte a los que tengo, los conservo como amig@s y herman@s.

3. La Dignidad como respeto hacia ti mismo y hacia los demás, El orgullo es solo una cara pobre más de la cobardía, y la Condescendencia es el puro teatro social.

4. Ser humilde, ser capaz de pedir perdón y perdonarte, así como aceptar disculpas sin humillar, ni hacer sentir inferior al otro, sino grande por su valentía y sinceridad.

5. La Alegría de vivir, es un gran don ser capaz de sonreír y reír a carcajadas, que no es poner la mueca de tipo duro/sexy o la mueca de foto. El que no todo sea como quisiéramos, no es una excusa para no intentar ser feliz.

6. Creer en los Sueños mezclados con la capacidad de supervivencia, nos hacen tan poderosos, como nos queramos imaginar. No todos los sueños se cumplen, pero hay muchos que sí, y por todos ellos hay que luchar.

7. Jamás hay que odiar a nadie, y hay que perdonar de corazón…ni por rupturas amistosas o sentimentales, dolorosas o silenciosas, por hechos inconscientes o palabras desafortunadas. Lo mejor es dejar marchar a esa/s persona/s deseando lo mejor para ell@s, pero lejos de nuestra vida. El rencor y la envidia envenenan a la sangre y el alma con una toxina que no tiene antídoto.

Escribo todo este rollo, porque después de mucho tiempo, siento que las cosas vuelven a su cauce, y mi vida vuelve a tener orden y sentido. Tengo un nuevo comienzo, y empiezo a creer que todo irá bien. Y desde esta paz que me ha sido concedida, junto con unas alas para volar que me han dado mi hermano y mi padre, y el apoyo incondicional que me da mi madre cada día. Por una vez seré capaz de conseguir lo que es y será bueno para mí en cada momento de la vida, y por extensión para vosotr@s.

Gracias por estar ahí, por vuestro apoyo pasado, presente y futuro. Por escuchar, respetar, aceptar, comprender y querer a este aprendiz de ser humano que soy. Espero llegar a ser mejor amigo y persona desde ahora, y si no, al menos lo intentare, aunque bueno ya sabéis que suelo ser un poco bastante metepatas, así que disculpadme por adelantado, y no me lo toméis demasiado en cuenta.

Me ha venido a la cabeza la película de Disney de Mickey Mouse, en que es un aprendiz de brujo y me encanta la idea para terminar esta reflexión».

Coachee de un alumnos del Curso Internacional Experto en Coaching Personal y Ejecutivo, nivel Excellent