Recuerda,  en que hubo un tiempo, en que tu máxima preocupación era no salirte de la línea cuando pintabas.

Que un bocadillo, y brisa de aire fresco, era todo cuanto necesitabas para tu mundo.

Recuerda, que hubo un tiempo en que lo sabias todo sobre ti, que era muy básico y simple, y que un balón o una muñeca, eran toda la distancia entre ti y la felicidad.

Recuerda, que en ese tiempo, tus amigos, eran tu mundo, y juntos vivíais alejados de problemas que no podíais solucionar.

El tiempo, era tu tiempo, y el momento, tu momento, sin pasado ni futuro, solo viviendo las sensaciones que te proporcionaban tus escasas necesidades.

Recuerda esos momentos intensos, pintados de colores, hondas respiraciones, que recuperaban del cansancio con rapidez, y potenciaban el sueño de los justos.

Recuerda, solo recuerda, en qué hubo un tiempo, en que un grupo de amigos, tu inocencia, y tus ganas de vivir, fue todo lo que necesitaste para sentir que el mundo te pertenecía, que eras el centro de todo, que tu vida era ese día, y el mundo esa calle, donde corrías, pendiente solo de disfrutar, de vivir.

Si eres capaz de ser intenso en ese recuerdo, quizás puedas descubrir que ese niño, jamás se fue, que simplemente se llenó de necesidades, y que su carrera hacia el futuro, le hizo perder cosas, mientras buscaba otras.

Que seguimos siendo niños, que necesitan saber que su mundo, es aquel donde se sienten felices, y su gente, aquellos que les quieren.

Seguimos siendo aquel niño, solo que nos salimos de la línea, por no ir despacio, que del bocadillo, pasamos al complejo y caro plato, y del balón y la muñeca, al complejo aparato que jamás entenderemos.

Que ya no sabemos apreciar la brisa, y tenemos calor, o frio, a pesar de la gran cantidad de ropa diversa y cara que compramos.

Y que poco a poco, nuestra calle, nuestro mundo, se perdió en la inmensidad de los viajes por descubrir nuevas experiencias, sin un fin.

Que muchas veces, perdimos de vista la auténtica amistad, aquella que no pedía nada, disfrazada de extraños intereses, que siempre exigen algo a cambio.

Pero el niño, está ahí…. Y solo falta voluntad por despertarlo, por jugar con él, y decirle que no necesita tanto, porque su felicidad, sigue estando dentro de él, y que de hecho… jamás dejo de estar allí!!!

Recuerda, que una vez fuiste libre, que sigues siendo libre, y que es tu estado natural, solo tienes que recordarlo, y hacer que suceda!!!

 

Jordi Llonch
Prof. de la Certificación Excellent en Coaching